lunes, 11 de julio de 2011

¡Enhorabuena! Don Armando Scannone



Nació en Caracas el 22 de agosto de 1922. Es ingeniero civil y fue vicepresidente y secretario del Colegio de Ingenieros de Venezuela, así como presidente del 6° Congreso Venezolano de Ingeniería en Barquisimeto. Ha tenido empresas de construcción, lo cual le permitió intervenir en el desarrollo del grupo de urbanizaciones El Trigal, en la ciudad de Valencia. Es presidente fundador de la Academia Venezolana de Gastronomía, institución que actualmente dirige. Es el autor de "Mi Cocina a la manera de Caracas", volumen I y volumen II (1982/1994)
Don Armando Scannone es el responsable de que los venezolanos nos hayamos interesado en nuestra comida, sobre todo en la caraqueña. Ya no se concibe una biblioteca culinaria venezolana sin el libro de Scannone, y se ha hecho célebre la frase "quien no cocina por el libro de Scannone,no cocina"

Don Armando siempre comenta esto: "mamá estaba en sus últimos años, comencé a recolectar las recetas. Hice un folleto en multígrafo que se le repartió a los miembros de la familia. Cuando hice el libro, nadie sabía que lo estaba haciendo, porque me daba un poco de pena ya que no era costumbre que un hombre se preocupara por la cocina".



Decidió rescatar las recetas para no volver a pasar trabajo con la comida como cuando su cocinera salió embarazada y se fue.

"A partir de aquel folleto comenzamos a hacer todo bien codificado, yo metido en la cocina, controlando los sabores, probando e invitando gente, cocineras que venían a cocinar, a probar. La cocina de mi casa se fue enriqueciendo, y el sabor y la sazón se iban mejorando. Con todos esos elementos comenzamos a hacer el libro. Yo lo que quería era hacer un recetario que me supliera la ausencia de la cocinera, por eso se hizo con esa precisión". Explica que fue un trabajo de laboratorio ya que no tenían proporciones y había que empezar con el recuerdo del sabor y de texturas. Luego hacer muchas pruebas hasta llegar a lo que recordaban.




Scannone considera que la comida venezolana es difícil aún para nosotros, porque es compleja la combinación de sabores. Señala que en ella el sabor se hace en la olla, salvo el pabellón, el cual además de haberse hecho en su olla con cada uno de sus ingredientes, se hace un nuevo sabor en el plato. En ese afán, legítimo por demás, de hacer llegar la cocina venezolana a los restaurantes, hay una pretensión de quererla "adornar" y cambiarle su presentación tradicional.



Armando Scannone alimenta hasta a los pájaros. En el jardín de su casa, un asperjador distribuye anillos de agua sobre la grama, varias plantas con flores y los bajos de un enorme mango, cargado de frutos todavía verdes que se aferran al follaje. Sobre un tronco, ha mandado dejar una bandeja llena de semillas; inmediatamente, se precipitan sobre ella media docena de azulejos, un cucarachero que ha hecho un nido bajo el rollo de una persiana y una ardilla que se desliza desde el tronco de otro árbol. Él se queja de que las ardillas ahuyentan a las aves, pero no es así: ellas regresan apenas pueden y siguen comiendo.

Y es inevitable pensar en cuánta gente ha comido lo que han preparado los lectores de Mi cocina, probablemente el libro venezolano que lleva más tiempo vendiéndose masivamente, el mayor de nuestros long sellers. Su autor no sabe cuántos ha hecho imprimir, ni del libro rojo inicial, ni del azul que le siguió, ni los distintos productos posteriores, como los títulos más pequeños para sopas o carnes, o el volumen mayor del menú caraqueño. Sí sabe, naturalmente, cómo comenzó la peculiar historia de este libro tan cotidiano, tan común a las casas venezolanas: como una preocupación, primero, y como un lujo que él quería darse, después. Eso antes de que se convirtiera, desde su primera aparición en las librerías en 1982, en un fenómeno. Como su comida, su libro es doméstico: él ha buscado a quienes le han ayudado con sus contenidos y su confección, y lo ha editado siempre por su cuenta. Este long seller no tiene editorial, no fue el descubrimiento de editor alguno.

Para el 20 de diciembre de 1982, menos de tres semanas de su arribo a los anaqueles, la edición inicial estaba agotada. Y eso que costaba 245 bolívares, una fuerte cantidad para entonces. El tiraje siguiente, en enero, fue de 15.000 unidades. Vino el Viernes Negro y se hizo tremendamente difícil comprar dólares, pero de uno u otro modo Scannone se las arregló para ir reponiendo los inventarios de Mi cocina en los años de RECADI. Se dio el lujo y siguió de largo.Él dice que no es la cocina lo que le interesa, sino la comida, el placer de comer.



Scannone lamenta que en Venezuela, en su opinión, no se haya considerado nunca a la cocina como parte de nuestra cultura. La comida venezolana no es un tema de la pintura ni de la literatura en este país, y salvo algunos esfuerzos como el suyo y el de algunos especialistas –o de instituciones como el Centro de Estudios Gastronómicos, CEGA, fundado con ese propósito- , se ha hecho poco o nada por documentarla, preservarla y difundirla.

Pero muchos jóvenes de hoy sienten vergüenza de que hayan conocido en su casa no más de quince platos en su repertorio básico, así que se han puesto a tratar de conocer su cocina. Están entrando a las escuelas de cocina muchachos con mejor formación, que harán cosas interesantes. Pero no sé hasta qué punto eso bastará para que se rescate del todo la cocina tradicional venezolana. Los jóvenes cocineros no la conocen del todo bien, y me temo que tampoco quieren. Hay cuatro ediciones, de lujo y de bolsillo, de los dos volúmenes de Mi cocina, el libro rojo de cocina tradicional venezolana y el azul que incorpora muchas recetas internacionales.

Hoy 11 de Julio de 2011 el Maestro Don Armando Scannone recibe de la Universidad Metropolitana merecidamente el Doctorado Honoris Causa en Educación. ¡Enhorabuena! Gracias Maestro por documentar para luego plasmar todas esas recetas y conocimientos que ha compartido con todos los VENEZOLANOS!...



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